Música

miércoles, 30 de julio de 2008

Marvin


Hoy hablaré de Marvin. Todo el que lo conoce opta por no hablarle. Es mi mejor amigo. Cuando se dirige a una persona en cualquier conversación, siempre gira la cabeza en un claro acto de repulsión que diferencia su espasmódico movimiento de cualquier tic nervioso.
Marvin viste de punta en blanco. Le gusta llevar pantalones de traje, camisa con las iniciales bordadas y los cuellos blancos, chaqueta americana de terciopelo verde y multitud de corbatas que a veces cambia por extravagantes pajaritas.
Marvin no trabaja, bueno, no se. La verdad, no se si trabaja o estudia. Siempre quedo con él en un parque cercano a casa y él siempre está allí esperándome, sentado en un banco y fumando tabaco de liar con olor a canela.
Marvin siempre mira de reojo a las chicas que pasan a su lado y cuando yo le miro en señal de complicidad, disimula como si no se hubiera fijado en el culo de la extraña.
Cuando Marvin come, lo hace siempre con la mirada fija en la mesa. Parece que es su último alimento y lo aprovecha hasta que el plato queda reluciente.

Estoy harto de Marvin. Pese a la extraña simpatía que me profesa, siempre es reservado, hasta cuando necesita hablar de algo en lo que le va la vida, siempre es reservado.
El otro día, como siempre, Marvin y yo estábamos sentados en el banco del parque donde generalmente quedamos, cuando de repente, él interrumpió uno de mis interminables monólogos que siempre hago, Marvin no suele hablar, como ya he dicho, es muy reservado. Así que encontrándome en esa tesitura tan inusual, concentré toda mi atención en sus palabras. Le costaba hablar, parecía que su intervención no llegaría hasta que alguien le instalara unas cuerdas vocales o el técnico de sonido de mi relato activase su voz en aquella escena. Acto seguido, como si el mundo se parara en un instante, me miro fijamente a los ojos y dijo:-T.. t.. tengo que irme-. Levantó su culo del banco de madera que tantos días nos sirvió de escenario y se dirigió camino a ninguna parte.
Ese fue el último día que supe de él. Siempre recordaré aquellos momentos sentados en el banco del parque, estoy seguro.

-Muy bien-dijo el Dr. Astir. -Creo que no necesitas más sesiones en lo que queda de mes. Puedes irte-. Así que levanté mi culo del diván y me dirigí hasta la puerta camino a ninguna parte. Estaba seguro de que siempre sentiría la impresión de encontrarme perdido en el desierto de calles y edificios que rodeaban mi vida. ¿Siempre? No, tal vez algún día Marvin vuelva a escuchar mis banales conversaciones conmigo mismo para, de esa manera, reafirmarme en el hecho de que lo convencional carece de sentido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡qué chulo! ^^

Kachoperry dijo...

Haber si escribes algun relato sobre "riders'n'poker" algun dia.

gato montés dijo...

Podrías tener la bondad de actualizar un día de estos copoooooooon