Música

viernes, 25 de abril de 2008

¿Es el basurero? Pues déjeme dos bolsas.



Son las 07:30 am, la temperatura de mis pies ha descendido considerablemente con respecto de la de los polos de la Tierra y, debido al cansancio, me encuentro sentado en la acera de un polígono industrial. ¿Cómo se ha truncado la noche para que yo acabe aquí?

Una cazadora verde fosforita seguida de una mano me ofrece un trago de su litrona (que inexplicablemente está caliente). Mi gaznate se mueve al compás de una locomotora semiestacionada y, el líquido amarilloanaranjado del recipiente, se deposita en mi estómago vacío, que lleva varias horas sin probar bocado.

-Gracias tío- digo, y le devuelvo la botella a mi nuevo colega basurero.

Nuestra amistad está abocada al fracaso, pero aún así, algo de compañía en el infierno nunca viene mal.

Tal vez os preguntéis (o tal vez no) que podía hacer yo a las 07:30 am sentado en la acera de un polígono industrial, con los pies a la temperatura de una cámara frigorífica y tomando cerveza con funcionario del ayuntamiento (Manolo “el basurero”, pa’ los amigos). Pues bien, os lo diré, y no me andaré con muchos rodeos porque esto es un blog con pocas entradas y no quiero torturar a mis visitantes.

Tras dos años y medio de escritura, estrujando mi limitado cerebro, aprovechándo al máximo mi potencial creativo (o lo hacía al máximo o no salía nada) y maldurmiendo las noches en que una mediocre idea pasaba por mi cabeza, conseguí acabar lo que habría sido mi primera novela.

“La noche de las tortugas” (ese habría sido su título), no paso de eso, de una noche de vida. Me gustaría poder ser profesional y guiar a mi pluma (o a mis teclas en este caso) por el mar de la tranquilidad, pero la rabia contenida y las horas perdidas escribiendo en un maldito cuaderno de tapas azules, no me permiten ser cabal para hablar de esta pérdida como si fuera algo que no me afectara.

Si señoría, me declaro culpable. Tras acabar mi asquerosa historia, decidí recoger la habitación donde había malgastado el tiempo. Fui apilando los papeles en sucio y la mierda acumulada en esos dos años y medio en dos columnas tras puerta del cuarto y, acto seguido, lo guardé todo en bolsas industriales negras que acabarían en un punto limpio. Agarré las bolsas de basura por el asa y me dirigí al cubo de reciclaje que está junto a mi portal, y allí, cometí la atrocidad.

-¡NOOOOOOO!-Cuando volví a mi apartamento, fui a coger el manuscrito pero no estaba. Di la vuelta a todo: estanterías, colchón, somier, espejos, ladrillos… me inundó una sensación de vacío existencial.

Son las 23:00 pm (putada máxima), y acabo de bajar las escaleras de cuatro en cuatro dirección contenedor de reciclaje, pero nada más llegar al lugar de los hechos, diviso al camión de la basura alejándose calle arriba. Dedico la noche a perseguirlo.

La he cagado. Esta vez la he jodido bien.

Sigo sentado en la misma acera, pero esta vez sumaré un objeto más al grotesco cuadro. El libro. En mis manos tengo una espiral de cuaderno y los trozos de papel que de él penden. Eso es lo que queda de dos años de trabajo, una espiral, la espiral de desesperación en la que me encuentro.

-Oye tú- dice Manolo,-te has sentao’ sobre una mierda de perro, eso da buena suerte-.

En fin, creo que a partir de ahora haré copias de mis escritos.

miércoles, 23 de abril de 2008

¿CUENTOS EDUCATIVOS?


El otro día, antes de crear a mi pequeña criatura jamaspensante, estuve haciendo de niñero de mi primo Samuel.

Yo, que carezco de feeling para con los niños, intenté que aquel pequeño demonio de apenas tres años, dejara de llorar por la ausencia de sus padres que habían ido a comprar.

Bien, digamos que en ese momento, al igual que en la tele, no se me ocurrió otra cosa que contarle un cuento. Le senté en el sofá color azul estilo sueco (Ikea), cogí un libro recopilatorio de historias infantiles, fábulas y demás falacias artísticas y, sentado en el suelo en posición yogui (no el oso) empecé a buscar entre las hojas de aquel volumen, una historia acorde a la situación.
No la encontré.

Soy fatal con los niños y no me gustan los cuentos.

Cerré el libro de golpe y dije, -bueno, como no encuentro ningún cuento divertido, te contaré una historia de mi cosecha-(engranajes mentales, poneros en acción, es una orden).

Érase una vez (original ehh?), un niño llamado Samuel , vivía con sus padres en una casa recién comprada.La casa era muy bonita, tenía unas grandes ventanas que dejaban ver la piscina de la urbanización, los suelos eran de parquet, las paredes eran claras y los espejos del pasillo otorgaban a la vivienda una amplitud mayor de la que realmente tenían sus 90 metros habitables.

Todo estaba en orden, la familia era feliz y el pequeño Samuel vivía rodeado de juguetes y golosinas, pero… lo que no sabía, era que la casa tenía una maldición.

(En ese momento, me había metido tanto en mi representación que solamente actuaba, mientras que mi primo me miraba con una cara de asombro e incomprensión que no había visto antes). Proseguí: La casa, esa maravilla arquitectónica llevada a cabo por algún licenciado mediocre y administrada después por un concejal marbellí, no era realmente de sus padres.

-¿NO? ¿de quien era? dimelooooo-

La casa, pertenecía a una malvada bruja que trabajaba en un banco y que al descubrir la debilidad monetaria de la familia media española (entre las que se incluía la de los papas del pequeño Samuel), decidió hacer caer sobre ella una tremenda maldición que se conoce con el nombre de hipoteca.
Lo peor de esa maldición, es que ni un principe azul, ni la muerte de la malvada bruja podría destruirla. FIN


Mi primo me miró con cara de incertidumbre.- ¿Ya sacabaooo?-

No,dije, en verdad no, esa maldición durará muchos años, y tal vez el pequeño Samuel siga llevándola hasta que acabe la universidad.

Esto último se lo conté con un tono un poco más lugubre y su reacción fue instantánea.

Con el llanto dió comienzo el concierto de viento del minúsculo “Juan Sebastián Guaaaaaaaag”, pero afortunadamente en el instante en que el director de la banda movió la batuta, sus padres entraron en casa.

Intenté explicarles lo ocurrido pero lo único que se oía eran los gritos de Samuel diciendo: -¡¡¡Mamáaaaa!!!, ¡¡¡yo no quero una hipotecaaaa!!!

En fin, esta visto que los niños no son lo mío.

lunes, 21 de abril de 2008

Y el séptimo día, aprovechó

Según cuenta la Biblia, Dios creó el mundo en seis dias y al séptimo, descansó.De esta manera, aprovechado que el domingo es el dia libre del Gran Jefazo, me dispongo a crear mi pequeño mundo virtual.

Antes (bueno, ahora también) la gente tenía casas, chalets en Torremolinos o fincas en el pueblo. Pues bien, yo, haciendo uso de las nuevas tecnologías de las que soy un gran desconocedor, me he construido una propiedad que, pese a no ser tangible ni material, ni poderse comprar, en principio (que está muy bien eso de tener un blog, pero forrarse como los tios del youtube tiene que ser la hostia), es intelectual, que ya es algo.

Tal vez se preguntes ustedes(cosa que dudo) cual va a ser la temática a seguir en este nuevo espacio. Pues si de verdad se lo preguntaron, la respuesta es bien sencilla: estará dedicado a hablar de lo que me venga en gana que pa´ eso soy el propietario.

En fin, haciendo uso de la retórica y para ello, aprovechándome del simil de una mujer dando a luz, me dispongo a cortar el cordón umbilical a esta criatura jamaspensante que acabo de traer al mundo. Ahora un par de palmaditas en el culo y...-¡Guaaaa,guaaaa!-Parece que ya respira, enhorabuena señor escritor (osease yo), acaba usted de tener un blog.

Saludos.