Música

miércoles, 23 de abril de 2008

¿CUENTOS EDUCATIVOS?


El otro día, antes de crear a mi pequeña criatura jamaspensante, estuve haciendo de niñero de mi primo Samuel.

Yo, que carezco de feeling para con los niños, intenté que aquel pequeño demonio de apenas tres años, dejara de llorar por la ausencia de sus padres que habían ido a comprar.

Bien, digamos que en ese momento, al igual que en la tele, no se me ocurrió otra cosa que contarle un cuento. Le senté en el sofá color azul estilo sueco (Ikea), cogí un libro recopilatorio de historias infantiles, fábulas y demás falacias artísticas y, sentado en el suelo en posición yogui (no el oso) empecé a buscar entre las hojas de aquel volumen, una historia acorde a la situación.
No la encontré.

Soy fatal con los niños y no me gustan los cuentos.

Cerré el libro de golpe y dije, -bueno, como no encuentro ningún cuento divertido, te contaré una historia de mi cosecha-(engranajes mentales, poneros en acción, es una orden).

Érase una vez (original ehh?), un niño llamado Samuel , vivía con sus padres en una casa recién comprada.La casa era muy bonita, tenía unas grandes ventanas que dejaban ver la piscina de la urbanización, los suelos eran de parquet, las paredes eran claras y los espejos del pasillo otorgaban a la vivienda una amplitud mayor de la que realmente tenían sus 90 metros habitables.

Todo estaba en orden, la familia era feliz y el pequeño Samuel vivía rodeado de juguetes y golosinas, pero… lo que no sabía, era que la casa tenía una maldición.

(En ese momento, me había metido tanto en mi representación que solamente actuaba, mientras que mi primo me miraba con una cara de asombro e incomprensión que no había visto antes). Proseguí: La casa, esa maravilla arquitectónica llevada a cabo por algún licenciado mediocre y administrada después por un concejal marbellí, no era realmente de sus padres.

-¿NO? ¿de quien era? dimelooooo-

La casa, pertenecía a una malvada bruja que trabajaba en un banco y que al descubrir la debilidad monetaria de la familia media española (entre las que se incluía la de los papas del pequeño Samuel), decidió hacer caer sobre ella una tremenda maldición que se conoce con el nombre de hipoteca.
Lo peor de esa maldición, es que ni un principe azul, ni la muerte de la malvada bruja podría destruirla. FIN


Mi primo me miró con cara de incertidumbre.- ¿Ya sacabaooo?-

No,dije, en verdad no, esa maldición durará muchos años, y tal vez el pequeño Samuel siga llevándola hasta que acabe la universidad.

Esto último se lo conté con un tono un poco más lugubre y su reacción fue instantánea.

Con el llanto dió comienzo el concierto de viento del minúsculo “Juan Sebastián Guaaaaaaaag”, pero afortunadamente en el instante en que el director de la banda movió la batuta, sus padres entraron en casa.

Intenté explicarles lo ocurrido pero lo único que se oía eran los gritos de Samuel diciendo: -¡¡¡Mamáaaaa!!!, ¡¡¡yo no quero una hipotecaaaa!!!

En fin, esta visto que los niños no son lo mío.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La maldición de la hipoteca, la maldición de la hipoteca.

Y la cara de incertidumbre de tus tíos, y el niño preocupado por las letras, pero no las de pre-escolar, por las del piso.

sanosuke dijo...

jajajajaja

CaLíoPe dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
CaLíoPe dijo...

weeenas, al final me lo leí todo... la verdad, me reí :D

es lo que tiene la hipoteca... o si no el alquiler, que está todos los meses al acecho...

ale, ya sabes, a arrastrarte por otros blogs, que es lo tuyo... :P

Anónimo dijo...

Muy bien narrao Sinson, vaya historietas que le cuentas a tu primo, pero ¡qué razón tienes! Estoy segura de que tu primo algún día recordará ese cuento y tendrá que contarselo a sus allegados y quizás a sus hijos...