Música

martes, 24 de noviembre de 2009

Semanario Galway 6: El Día de Acción de Gracias


(¡Qué imagen!Me encanta el doble sentido)

Mañana es el Día de Acción de Gracias aunque nosotros decidimos celebrarlo el domingo pasado (a todos nos venia mejor).

Fue curioso formar parte de una fiesta tan ajena, pero a la vez tan familiar. Todos reunidos en el salón del apartamento de al lado, degustando la tradicional gastronomía americana del evento, riendo, charlando y descubriendo el por qué de aquella festividad.
Pavo, maíz, judías verdes, batata frita, pastel semidulce, bollería “ocasión especial”, tarta de chocolate y vino español, más concretamente de León (que, aunque no es muy común, siempre queda bien un vino) fueron los alimentos que “agradecieron” nuestros estómagos, sobre todo el mío, después de haberle castigado durante cuatro días a base de bocadillos y “fast food”.

Acción de gracias me pilló por sorpresa. Acababa de poner los pies en el encharcado suelo de Galway después de una visita a la capital holandesa y, el olor a pavo asado hizo nacer en mí un espíritu norteamericano que nunca tuve.
Me puse mis mejores galas para mimetizarme lo más posible en el entorno y así, descubrir desde dentro ese espíritu de unidad que hace que todos aquellos que vienen de intercambio a irlanda pero no necesitan aprender el idioma, se junten, acompañados de sus pupilos malangloparlantes, para disfrutar de aquella fiesta que todos conocemos gracias a la tele, pero que muchos ni siquiera saben a que santo se le dedica.
Pues bien, he de deciros que pese a que las gracias, originariamente se envíen por wifi al Señor de los señores (cosa complicada en Corrib Village, ya que aquí, internet es más independiente que los propios irlandeses y funciona cuando quiere), la raíz del asunto, posee unas pinceladas cuanto menos curiosas.
No seré yo el que corte y pegue de wikipedía, o por lo menos no en mi amado blog, así que resumiré en pocas palabras lo que la enciclopedia global y gratuita recoge sobre este asunto:

Hace mucho tiempo atrás (muchísimo si eres americano y cuatro días si eres europeo) unos protestantes ingleses desembarcaron en la costa de lo que ahora gobierna Obama. Su idea era establecer una colonia allí pero, al llegar el invierno y no tener calefacción, botas de gore-tex ni cazadoras The North Face, muchos de los que llegaron, acabaron algo más congelados que su tataranieto Walt Disney.
Los supervivientes a aquel frigorifico sin “non frost” llamado Massachussets, debieron su no transformación en “frigopies” a los indios de la zona, así que, agradecidos por la ayuda prestada por el colectivo indígena, decidieron compartir (como buenos futuros americanos) su comida con los susodichos salvadores.

Hasta aquí vamos bien. ¡Qué menos que invitar a un bocata al tipo que te acaba de dar una manta para que no mueras de frío!
De acuerdo, no me dejaré llevar por la ironía una vez más (que no es mi estilo) y acabaré por resumir el final de la historia. Luego, ya ironicen ustedes:

Pasó el tiempo y lo que era hermandad y compañía, acabo por convertirse en mal rollo.
Los wampanoag (claramente, son los indios, no los protestantes), comenzaron a sentirse incómodos con la masiva llegada de ingleses (imaginaos el lío de andar arropándolos todos los inviernos para que no se constipen y acaben doblando la servilleta), así que, entre riña y riña, acabaron llegando a las manos y, lo que comenzaron con la fraternidad y el compartir comida años atrás, terminaron por exterminar a casi la total población de indígenas.
FIN

Total, que allí estábamos todos, irlandeses, mexicanos, americanos y yo, llenando nuestros buches en la isla vecina de la que partieron hace tanto tiempo aquellos colonizadores y descubriendo (por lo menos en mi caso) el origen de algo que, debido a mi ignorancia, desconocía.
Fue divertido, lo pasamos bien pero, aunque la historia no me pareció tan graciosa como su propio nombre indica, yo me estaba riendo. Supongo que sería por que acababa de llegar de Ámsterdam…

lunes, 9 de noviembre de 2009

La ciudad marrón ya no lo es tanto


(Para saber la primera parte de esta historia, remítanse al post: “La ciudad marrón”, que se encuentra en la pestaña: 2008)

Lo recordaba como si fuera ayer.
La chica se acercó a su mesa y tomaron café. Hablaron y hablaron y terminaron por adjetivar como marrón a la ciudad que los junto en el mismo sitio.
A él le pareció curioso cómo un color puede expresar tanto.
Quedaron más veces, sus charlas se convirtieron en un semanario continuo, sin interrupción. Dialogaron sobre tiempo, futuro, pasado, colores, verbos. Descubrieron que se puede tener fobia a los pájaros, que tú color favorito cambia según las circunstancias, que la leche, si viene en botecitos se convierte en algo exótico, que Mérida puede no ser la capital de Extremadura si te lo propones.
Descubrieron el sabor de los helados, el chocolate, el gel antibacteriano, las películas en versión original, la música en común, los juegos de dibujar, el café solo y el café sin azúcar.
Descubrieron la pequeña barrera entre las mesas de la cafetería, y eso fue lo que los hizo comenzar con la charla.

A veces, recordaba %, las mejores conversaciones suceden en los cafés pero, lo cierto es que después de la última que tuvo con &, no había encontrado más que té con leche y bajas dosis de interés.
El último día, mejor dicho, el último café en buena compañía ocurrió hace mucho tiempo atrás (en realidad no tanto como él cree, pero al fin y al cabo, el tiempo que le importa es el que pasa por su cabeza, no el que estipula el calendario). Fuera, el Sol arrebataba el adjetivo de marrón a la ciudad, para convertirla en algo resplandeciente.
% liaba un cigarrillo mientras & dejaba su bolso encima de la mesa. Su mirada era muy alegre, en este caso, podríamos adjetivarla como verde.

-Cuando sale el Sol se te aclaran los ojos, ¿lo sabías?
-Por favor, que cursi eres %. Respondió & burlona.
-No soy cursi, es una cuestión de claridad.

Acabaron sus bebidas y se dijeron adiós (hablaron de más cosas, pero qué os importa). Ambos sabían que pasaría tiempo hasta que una ciudad, fuese la que fuese, volviera a juntarlos de nuevo.
& tuvo que marchar en busca del origen de las especies y %, algo cansado de su estática vida, decidió probar suerte con el negocio del aire embotellada, ésta vez en otro lugar.
Ahora, después de tanto tiempo, de tantos cafés para llevar, infusiones calientes y alguna que otra cerveza, % descubre por un momento la barrera del tiempo y se queda parado frente a un paso de cebra, sin mirar, simplemente analizando toda esta serie de eventos pasados.

-Hace casi un año de la primera vez que nos sentamos juntos, de aquel primer encuentro con &.

Si buscan en este texto, un final decente, propio de una historia que aunque no tenga mucho gancho inicial, puede que se solucione con un gran desenlace, solo tienen que cambiar % y & por su nombre y el de otra persona a elegir (¿están seguros de que viven en una gran historia?).
Si por el contrario, carecen de imaginación o de ganas para cambiar el rumbo del relato, les diré que es una opción poco arriesgada y muy propia de la mayoría, no por ello menos correcta.

En el mismo momento que % decidió pararse a contemplar su interior (también, ¡vaya sitio para hacerlo!), un coche pasó rozando la acera, lo que provocó que una ola de agua y mierda de la calle, salpicara al pobre “empanado sentimental” hasta calarle su propia melancolía.

Entonces, el protagonista, en vez de cagarse en todos los muertos del conductor, decidió abstraerse aún más, hasta el punto de pensar en que era él el que conducía y que, en un día lluvioso, tan realmente marrón como aquel, se dirigía camino de la cafetería de siempre a disfrutar de un nuevo encuentro con &.

martes, 3 de noviembre de 2009

Semanario Galway 5: “Big”


(Perdonen el retraso en el blog, pero estos días he tenido que atender una visita muy importante a la vez que esperada y no he podido actualizar así que, esta semana, habrá varios semanarios de golpe).

Parece que este semanario se ha convertido en un bombazo en Irlanda.
No es por dejar la modestia que me caracteriza aparte pero, es verdad.
La gente me pregunta por la calle con su peculiar acento “galwense”: ¿Eres el tipo del blog no? ¿De que hablarás la próxima semana? (claramente, en inglés).

Al principio me resultaba emocionante este reconocimiento local, pero al final resulta demasiado repetitivo. Tanto, que cansa. No puedo vivir con esta presión. Todo el mundo me pregunta por el blog y yo respondo: Wait until the next week!
Pero ellos me miran con una cara que expresa algo así como ternura y me dicen: Ok, see you man!
Lo cierto es que la vida en el extranjero para alguien que no este acostumbrado a otra cosa que vivir en su casa, no resulta para nada exótico, por mucho que pueda parecer.
Aunque, también, adjetivar a Irlanda como exótico… aun así, yo aviso, para el que quiera pedir una beca para el próximo año.
En un mes estás más que asentado.
Lo que en un principio era una aventura, como ir al supermercado y encontrar unos productos distintos o en envases del todo extraños, se convierte en el pan de cada día.
Lo que al principio era interesante como ir a clase, en un mes se convierte en complejo (derecho en otra lengua, no hay quien lo entienda a veces) o aburrido, como siempre.
Lo que al principio resultaba frustrante, como el hecho de que los pubs cierren a las 12 y los clubs (diferente significado que en España, aviso a los guarros) a las 2, ahora lo sigue siendo, aunque un poco menos.
Lo que al principio era una barrera, como lo era el idioma, ahora, desgraciadamente lo sigue siendo (aunque un pelín menos).
Vale, la vida no es tan corriente.
¿Recuerdan la película “Big”, protagonizada por Tom Hanks? Para los que no sepan la sinopsis, decirles que cuenta la historiadeunniñoquequieresermayor,echaunamonedaenunamaquinadelosdeseosysehacegrande.
Pues aquí es al revés. Cuando te vas de erasmus, es algo así como ser Tom Hanks, querer hacerse un poco más grande, ir a la máquina de los deseos y que ésta te conceda una beca miserable que vete tú a saber si nos la ingresan. Entonces, cuando crees que tú deseo está a punto de cumplirse, te encuentras en un país extranjero, hablando el inglés que los profesores te enseñaron en el colegio (si ellos no saben, que cojones te van a enseñar) o en la Escuela de Idiomas (ya dije que yo no soy de criticar…) y que tú apenas pusiste punto en aprender y que, cuando te quieres dar cuenta, todas esas ansias de crecer que tenías al poner el primer pie en el aeropuerto, se han convertido en una especie de metamorfosis de hombre a bebé, que apenas sabe comunicarse.

Pensándolo bien, el blog no ha sido tan exitoso porque, la verdad, no conozco a muchos irlandeses que hablen español, o en este caso, que lo lean. Sinceramente, creo que ni siquiera saben mi nombre.
Entonces, si no me preguntan por el semanario, ¿Qué coño querrán decirme?
Ahora entiendo sus miradas. Creo que significan algo así como: - Este tiene una empanada… ¡no está perdido ni nada el tipo!
Perdonen el pesimismo. A este paso superaré a “Las cenizas de Ángela” en nivel de depresión.