Música

lunes, 15 de diciembre de 2008

Marionetas


@:-Dime una letra-

$:-a-

@:-Dime un número-

$:-3-

@:-Un color-

$-Azul. Oye tío, ¿qué es esto? Solo espero a que llegue el autobús a la parada, montarme y dejar atrás toda esta sarta de tonterías a la que estas jugando.-

@:-¿Seguro que no quieres seguirme la corriente?-

$:-No, porque una chica ha de hacerse la dura con los hombres, aunque estos intenten entrarlas de las maneras más extrañas, ya sea con un jueguecito de decir palabras, letras y colores o declarándose en un bar.-

@:-Vale. En realidad estoy casado y espero una hija. Me preguntaba si estos juegos forman parte de mi vida o si, ya soy lo suficientemente adulto como para andar con palabrería de parbulitos. Lo siento.-

$:-Bueno, ahora que se que estas casado, te dejo que sigas, porque se que no harás nada de lo que puedas arrepentirte.-

@:-En verdad, no espero un hijo pero estoy casado con Dios. Vamos que soy cura.-

$:-¿Y tu disfraz?- (dice con tono jocoso).

@:-No es un disfraz, además no hace falta llevarlo.-

$:-Era broma.-

@:-No importa. Lo mío también es broma. No soy cura ni estoy casado. Solo quería tu número porque me siento atraído por ti.-

Hay una pausa y $ muerde su labio inferior, algo excitada.

$:-Creo que después de todo lo que has hecho, te lo has ganado. Pero no te daré mi número, eso es muy de película americana. Mejor te daré un beso aquí, en medio de la parada de autobuses.-


Acto seguido, me quito los calcetines de las manos. Los dos actores desaparecen de escena. Me asomo a la ventana y está nevando.
Menudo día. Nevando.
Recojo las marionetas de la mesa y dejo a mis primos pequeños con una cara de asombro bastante divertida.
Espero que no hayan entendido nada de este teatrillo de casero, son demasiado pequeños.

-¡Yo quería una historia de vampiroooos!-Me dice Daniel (4 años).

-Es una historia de vampiros, te lo aseguro.-

martes, 25 de noviembre de 2008

La ciudad marrón


Las calles se suceden una tras otra. No es él quien se mueve sino que es la ciudad la que dirige sus pasos.
Descubre una nueva cafetería que le servirá de lugar de descanso en numerosas ocasiones. De hecho, podría acabar formando parte del mobiliario si se lo propusiera.
Las tardes de frío son más reconfortantes con un café entre las manos y, la monotonía llega a ser tan común en su día a día que, termina por convertirse en algo que está ahí pero que ya apenas reconoce.
Un día de tantos, cambia su café solo por otro, esta vez acompañado por una parroquiana del mismo local con la que apenas había cruzado palabra. La conversación que resultó fruto de aquellas tazas calientes con sus respectivas cucharillas fue, cuanto menos, interesante.
% es un tipo peculiar. Vende aire en un mercado de la ciudad y por las tardes roza sus labios con la porcelana, dejando descender el café por su garganta, algo que se ha convertido en una actividad usual.
Por otra parte y sentada frente a %, se encuentra &, de la que solo conoce que prefiere el Martini a otras bebidas con alcohol y que, al igual que %, visita muy a menudo las mesas de la cafetería.

Si buscan en este texto un cambio argumental propio de una historia que merezca la pena ser contada, la solución es tan simple como cambiar % y & por su nombre y el de otra persona a elegir.
Si por lo contrario, carecen de imaginación o de ganas para cambiar el rumbo del relato, les diré que es una opción poco arriesgada y muy propia de la mayoría, no por ello menos correcta.

Destaquemos un instante de la conversación que mantuvieron % y &:

%: -Esta ciudad merece la pena. En ella he vivido mis mejores momentos-.
&: - A mi termina por cansarme el hecho de vivir siempre en el mismo sitio. Esta ciudad es marrón-.
%: -¿Marrón? Que curioso. Una buena manera de describir un lugar-.

Y es que a veces, las conversaciones que suponen un alto en la monotonía, suceden en las cafeterías.
Las personas como % y & encuentran interesante las opiniones opuestas y los lectores que se adentran en la vida de un personaje de cuento, pasan por alto el por qué de estas palabras. De hecho, encuentran este guión como una perdida de tiempo. Una farsa.

¿Será cierto que esta ciudad es marrón?
% se despide de & y ambos sonríen. Volverán a verse y a descubrir que un color es capaz de expresar diferentes sensaciones.
% enfila la calle principal con dirección a su apartamento y, pese a que ama la ciudad y sobre todo la calle por la que está pasando, el frío que recubre la escena, hace de la ciudad amada algo marrón y menos apacible.

Las calles se suceden una tras otra. No es él quien se mueve sino la ciudad la que dirige sus pasos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Modus operandi: cruel sinceridad



Aula 003.
Hora: una de tantas, pero en punto.
Encontronazo al acabar la clase.
Modus operandi: cruel sinceridad.

Una. –Me gustas desde el primer día que te vi en clase-.
Otro. – Tú siempre me has parecido guapa-.
U.- Me casaría contigo solo con que me lo propusieras-.
O.- Mis deseos hacia ti siempre han sido puramente carnales-.
U.- Perdona. ¿Tienes hora?
O.- No, solo prisa-.
U.- Me alegro de que hallamos hablado-.
O.-Yo también. Ahora que se lo que piensas, te llamaré en algún momento de calentón-.
U.- Me pareces un sucio cerdo aprovechado pero, debido a mi estado de embriaguez amorosa no seré capaz de negarme a tus proposiciones-.
O.- Bueno, hasta luego-.
U. –Adiós-.

Una se dirige hacia la puerta donde ha quedado con Azul, el chico al que utiliza para desahogarse. Azul la espera con una sonrisa que denota lo que denota. Esta vez es él, el que podría sentirse utilizado pero, debido a su estado de embriaguez amorosa, no es capaz de negar las proposiciones de Una.

Otro baja al patio de la facultad y fuma un cigarro. El tiempo dura lo que dura la ceniza en desprenderse del cilindro humeante. No asimila lo que acaba de suceder en la puerta del aula 003. Se cree la hostia.

En la calle oscurece. El cielo acusa tormenta. Una buena manera de acusar.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Lunes


En frente de la pantalla de mi ordenador se encuentra un mundo lleno de posibilidades. Tengo, entre otras, la posibilidad de ir a clase y cumplir con mis obligaciones pero, no es un buen momento para ponderar opciones.
En el reproductor de música se encuentra una trompeta de lo más absorbente. Cuando Miles la toca en una tarde tan aciaga como la de hoy, es difícil proponerse otras actividades.
Miro el reloj y las manecillas se mueven tan despacio que el cansancio se apodera de mis movimientos.
¿Soy yo o es el mundo que hoy se ha propuesto girar en dirección contraria? ¡Mierda! Voy a hacer algo con mi vida. Todo está plagado de corrientes situaciones así que, hoy haré lo posible por que no lo sean tanto.
Comienzo por mandar e-mails a todas las chicas que me produzcan cierta curiosidad, invitándolas a pasar una noche agradable a base de follar y más follar.
Acto seguido, enchufo mi ordenador a los altavoces del salón y abro las ventanas. ¡Que todo el mundo se entere de quién es el jodido Miles Davis!
Me ducho con la ventana abierta y grito al mundo que no podrán nunca con los aburridos, que algún día venceremos. Me afeito y riego mis dilatados poros con colonia, sintiéndome así mucho más vivo.
Salgo a la terraza, desnudo. En la calle la temperatura es parecida a la de una cámara frigorífica pero, yo estoy tan eufórico que ni siquiera me doy cuenta. Grito.
Me pongo mis mejores galas y veo que ninguna de las elegidas responde a mi propuesta. ¿Será que no querrán copular? ¿O tal vez es que he sido demasiado obsceno?
De repente llaman al teléfono. Contesto y es una robótica teleoperadora que quiere informarme sobre las nuevas ofertas de su compañía telefónica. ¡Váyase a tomar por culo! ¡Me entiende C3PO! ¡A TOMAR POR CULO!
Estrello el teléfono contra la puerta y este responde con un CLONK, muy propio de su naturaleza inerte.
Me doy cuenta de que realmente se me ha ido la cabeza desde hace un buen rato y corro hacia el ordenador para apagar la música.
Me siento en el sofá y respiro profundamente. Enciendo un cigarro y me doy cuenta de que hay un mensaje en la bandeja de entrada.
Dice algo así como: Nos vemos en una hora, en tu casa.
La locura transitoria ha tenido un efecto positivo. Por lo menos, esta noche no dormiré solo.

Es lunes y, como todos los lunes, sigo sentado frente a la pantalla de mi ordenador. De vez en cuando alzo la vista y observo que el mundo me ofrece unas posibilidades que no son para nada suculentas, pero, como no me queda otra, bajo la pantalla y miro mi reloj de nuevo. Es hora de ir a clase. Dejaré de lado por unas horas mis lunáticas historias para aceptar las desangeladas proposiciones que hoy me propone el mundo.
Mañana será otro día…no se si mejor o peor, pero seguro que será martes.

martes, 11 de noviembre de 2008

La pregunta indiscreta


El batería de un grupo universitario cualquiera espera a que acaben las clases y poder acudir a su ensayo semanal.
Sale de la facultad y está lloviendo. Enfila el camino al local de ensayo y tras secarse el pelo con las manos entra en el habitáculo plagado de altavoces, coge su butaca y se sienta.
Da tres golpes al aire con sus baquetas y acto seguido comienza la danza de guitarras, bajos bombos y platillos.
A pesar del visible disfrute general, él se siente violento. Los platos suenan a lata, los bombos están desafinados y el pedal del charles ha decidido funcionar a trompicones.
Lo que comenzó siendo una buena idea para pasar la tarde, se ha convertido en un fiasco debido al sonido de su batería. La inseguridad que le transmite esta descoordinación tanto de su instrumento como de su propias extremidades, hace que la batería se convierta en una especie de ‘Simón, simón’ (el juego de las luces, vamos) incapaz de controlar.

La chica que discute con su conciencia sobre lo que hacer con su vida, estuvo segura años atrás de cual sería su futuro. Hoy no es un buen día. Se siente preocupada por algún motivo que desconoce y, mientras toma un café en un pequeño bar del centro, retoca su flequillo una y otra vez y no para de morderse las uñas. Agobiada por alguna extraña razón, decide salir de allí y dar una vuelta.

El batería de un grupo universitario cualquiera ha decidido que no valía la pena seguir aporreando aquel montón de latas y, tras mirar a ambos lados de la calle, cruza un paso de peatones y dirige sus pasos hacía ninguna parte.

En una calle cercana a la plaza principal, la chica y el batería se encuentran mirando el mismo escaparate de libros.
Hace tiempo que no se veían y en sus miradas se refleja una actitud de lo más nostálgica.
Las apartan rápidamente y siguen sus ilógicas trayectorias.

Ahora es ella quien nota descoordinar sus extremidades y el quién se muerde las uñas. Tal vez tuvieran algo de lo que preguntarse. O tal vez no?

jueves, 6 de noviembre de 2008

Un peculiar encuentro


El sujeto A es un tipo tímido e inseguro. Anda vacilante por la calle, incómodo por la posibilidad de pisar una mierda de perro, encontrarse con un pobre que le suplique limosna o tener que indicar la dirección de un hotel al primer turista que le pregunte.

La sujeto B carece de vergüenza. Cruza la calle con el semáforo en rojo y se encara con el conductor al que le ha hecho frenar de forma brusca. Fuma nerviosa un cigarro mientras piensa en la cantidad de trabajo que la queda por hacer y en que espera acabar la noche en la cama del primero que la invite a su apartamento.

De repente, la vida de A y B se entrecruza por un instante al chocarse en una esquina cercana a unos grandes almacenes. A, desconcertado pide perdón a B con la mirada fija en el suelo. B, indignada lo mira con desprecio y sigue su camino.

Horas más tarde cuando la jornada laboral de ambos ha llegado a su ocaso, se dirigen a una tienda de libros donde hojean aquí y allá novelas sin decantarse por ninguna en concreto.

Frente a la sección de novedades, se cruzan sus miradas por un instante. El sujeto A, desvía rápido sus ojos hacia una estantería cercana y la sujeto B, que no ha conseguido plan para la noche y necesita irremediablemente saciar su apetito sexual se acerca con decisión hacia este.

Roza su hombro contra el de A y este, al darse cuenta, se gira y sigue su búsqueda por la librería, pero esta vez agobiado por el nerviosismo que le supone la presencia de B.

Encuentra un libro en la sección de música acerca de la evolución del Rock en los últimos años y decide comprarlo.

B, que ha cambiado sus ganas de leer por las de follar, al ver que A se dirige al mostrador, sale a la calle y lo espera en la puerta.

-Perdona-le dice B a A,-¿tienes fuego?

-Eh…no, no fumo-.

-Da igual, ya lo he encontrado el mechero. Por cierto me llamo B, ¿te apetece tomar una copa?-

A, abrumado por la situación solo tartamudea lo que parece ser una contestación algo ambigua.

-¿Eso es que si o que no?- responde B.- Mira tío, tengo ganas de tomar una copa nada más, no le harás ese feo a esta probre chica, aunque solo sea por el encontronazo de esta mañana-.

Horas más tarde, ambos sujetos yacen en la cama de B, desnudos y sudorosos. Después del revolcón, A parece haber ganado confianza en si mismo y rodea con su brazo el torso de B. Esta, que ya ha conseguido su objetivo, le aparta la mano haciendo caer en picado su valentía.

-Bueno, será mejor que me vaya- dice A. B mientras tanto enciende un pitillo. –Si, será lo mejor-.

A se viste tembloroso, con la sensación de haberla cagado en algún momento de la noche y sale directo a la puerta. Cuando este se ha marchado, llaman al teléfono.

-¿Si?,- pregunta B. –Hola cariño. Pues nada, Salí del trabajo, compre un libro y digamos que ya lo he devorado-.

miércoles, 30 de julio de 2008

Marvin


Hoy hablaré de Marvin. Todo el que lo conoce opta por no hablarle. Es mi mejor amigo. Cuando se dirige a una persona en cualquier conversación, siempre gira la cabeza en un claro acto de repulsión que diferencia su espasmódico movimiento de cualquier tic nervioso.
Marvin viste de punta en blanco. Le gusta llevar pantalones de traje, camisa con las iniciales bordadas y los cuellos blancos, chaqueta americana de terciopelo verde y multitud de corbatas que a veces cambia por extravagantes pajaritas.
Marvin no trabaja, bueno, no se. La verdad, no se si trabaja o estudia. Siempre quedo con él en un parque cercano a casa y él siempre está allí esperándome, sentado en un banco y fumando tabaco de liar con olor a canela.
Marvin siempre mira de reojo a las chicas que pasan a su lado y cuando yo le miro en señal de complicidad, disimula como si no se hubiera fijado en el culo de la extraña.
Cuando Marvin come, lo hace siempre con la mirada fija en la mesa. Parece que es su último alimento y lo aprovecha hasta que el plato queda reluciente.

Estoy harto de Marvin. Pese a la extraña simpatía que me profesa, siempre es reservado, hasta cuando necesita hablar de algo en lo que le va la vida, siempre es reservado.
El otro día, como siempre, Marvin y yo estábamos sentados en el banco del parque donde generalmente quedamos, cuando de repente, él interrumpió uno de mis interminables monólogos que siempre hago, Marvin no suele hablar, como ya he dicho, es muy reservado. Así que encontrándome en esa tesitura tan inusual, concentré toda mi atención en sus palabras. Le costaba hablar, parecía que su intervención no llegaría hasta que alguien le instalara unas cuerdas vocales o el técnico de sonido de mi relato activase su voz en aquella escena. Acto seguido, como si el mundo se parara en un instante, me miro fijamente a los ojos y dijo:-T.. t.. tengo que irme-. Levantó su culo del banco de madera que tantos días nos sirvió de escenario y se dirigió camino a ninguna parte.
Ese fue el último día que supe de él. Siempre recordaré aquellos momentos sentados en el banco del parque, estoy seguro.

-Muy bien-dijo el Dr. Astir. -Creo que no necesitas más sesiones en lo que queda de mes. Puedes irte-. Así que levanté mi culo del diván y me dirigí hasta la puerta camino a ninguna parte. Estaba seguro de que siempre sentiría la impresión de encontrarme perdido en el desierto de calles y edificios que rodeaban mi vida. ¿Siempre? No, tal vez algún día Marvin vuelva a escuchar mis banales conversaciones conmigo mismo para, de esa manera, reafirmarme en el hecho de que lo convencional carece de sentido.

lunes, 21 de julio de 2008

El extraño visitante


Cuando encuentras la felicidad, es cuando todo acaba...
Estoy sentado en un sofá cochambroso, con los pies sobre una mesilla de madera y la mirada fija en el programa de tele tienda que ponen después del porno en los canales locales.
Mi pecho, oprimido por la postura en la que me encuentro, deja paso a una barriga cervecera que cae sobre el bajo vientre, dejando escondido parte del calzoncillo verde.
Eructo porque estoy solo, si hubiera alguien delante me cortaría, que para eso tuve una educación exquisita en los mejores colegios de la ciudad.
Me rasco los huevos porque estoy solo, sino, haría un leve gesto desde el bolsillo del pantalón para que, disimuladamente pudiera aliviar el picor de mis testículos.
No me he duchado desde hace varios días porque no hay nadie que quiera oler mi cuello mientras me acaricia el pelo.
-En fin, todo se acaba cuando encuentras la felicidad, por eso, aunque la encuentres, no debes decírselo a nadie- me dijo un duende con rastas y barba decimonónica que se poso sobre mis piernas.-El sentido de todo es la lucha humana por conseguir la felicidad, no la felicidad, si no la lucha por conseguirla.-
Abrumado por las declaraciones del extraño visitante, levante mi sudoroso cuerpo del sofá y comencé por darme un baño. Después de aquello, me afeite mientras tarareaba canciones de grupos austrohúngaros que hacían pop electrónico y más tarde me coloqué frente al espejo para abotonar la camisa azul que utilizo para las grandes ocasiones.
La felicidad es un estado, más grande que Missouri y más denso que el mercurio, pero el camino que lleva hasta ella es la felicidad igualmente. Así, me dirigí hacia la puerta de mi casa, dirección a ninguna parte, baje al portal seguro de mi mismo y, como un autómata, comencé por andar hasta donde acaba el horizonte urbano.
Incoherente o no, al fin he conseguido mi propósito. Escribir.
Cuando encuentras la felicidad, es cuando todo acaba… de empezar.

lunes, 26 de mayo de 2008

La hora de los llantos y los quebrantos


El mundo real es muy propenso a hacerte perder los estribos, sobre todo si tu posición social es la de un mero estudiante que pese a llevar tres años en las aulas universitarias, sigue siendo esa, la de un lastre, un polizón, o como también se llama en términos económicos, un “viajero sin billete”.

Ese soy yo, un viajero que dedica la mayor parte de su tiempo a pensar en proyectos imposibles y que, al ver a un triunfador que no perdió las esperanzar pese a que el futuro lo desalentara por completo, alza la mirada seguro de si mismo y sigue su camino de teorías ganadoras, con la ingenuidad (y por eso acabo perdiendo los estribos) de pensar que todo es posible.

Que fácil es soñar, de hecho sale gratis y creo que es por eso es por lo que me dedico a ello, ya que no tengo dinero ni para plasmar mis ideas en un mísero cuaderno de papel. Bueno, a lo mejor para eso me llega el presupuesto, pero prefiero empaparme en las relaciones humanas, destinando mi capital a actividades relacionadas con el sector servicios, más en concreto con la hostelería, es decir, cañas, cafés y copas.

Ahora es el turno de la reflexión y el estudio, por eso mis entradas en el blog son cada vez más escasas. No queda tiempo ya para soñar, y menos para escribir, pero como dice el refrán, “después de la tormenta siempre llega la calma”, y cuando acaben los exámenes volveré a dedicar mis momentos de ocio a crear historias que solo leeré yo y la gente a la que obligue a ello y pensaré de nuevo en teorías ganadoras y repletas de esperanza en las que, quien sabe, tal vez encuentre un camino alternativo a seguir, y así hacer realidad mi proyecto de “nunca doblar la espalda”jej.

Un saludo y hasta pronto.

lunes, 12 de mayo de 2008

Venganza, ¿sola o con leche?


Acabo de entrar en el bar de la facultad, tengo prisa.

-Por favor, ¿me puede poner un café con leche?-

-Marchando campeón- (esa palabra me irrita)

Dos horas mas tarde, me sirven una especie de lava volcánica o líquido marrón en una taza que parece recién salida de la fragua de Vulcano.

Me quemo la lengua mientras cojo la taza con los dedos índice y anular de mi mano derecha, la cabeza hacia delante para acortar el espacio entre el café y mi boca.

Así es la vida, cuando tienes prisa, el mundo se pone en tu contra, y si no lo hace el mundo, lo hace el colectivo hostelero.

CAMBIEMOS LA HISTORIA, ES MI BLOG Y HAGO LO QUE QUIERO

Acabo de entrar en el bar de la facultad, tengo prisa.

-Por favor, ¿me puede poner un café con leche?-

-Marchando campeón- (esa palabra me irrita)

Dos horas mas tarde, me sirven una especie de lava volcánica o líquido marrón en una taza que parece recién salida de la fragua de Vulcano.

Una mezcla de ira y deseos de venganza por todos los cafés calientes de mi vida, me invade desde la punta de los pies hasta el último pelo de mi cabeza.

Cojo una silla de la promoción coca-cola que tengo a mi derecha y tras alzarla sobre mí, la lanzo directa al camarero que, aún siendo una persona inocente, merece un castigo ejemplar por la mala utilización del pitorro de calentar la leche.

Me dedico a soltar improperios contra aquel señor vestido con camisa blanca y pantalón negro. Creo que me oye a duras penas, su oído izquierdo sangra tras la contusión sufrida por mi acertado sillazo.

Tras mi intervención en la cafetería universitaria se hace el silencio.

Me repongo de mi ramalazo asesino y me doy cuenta de lo que he hecho, pero de repente, la multitud emplazada frente a la barra, hace un corro alrededor mío. Esto es el fin pienso, no debí matar al camarero, total solo era un café hirviendo, pero, antes de poder seguir arrepintiéndome de mi arrebato de locura, todos los presentes me cogen y me alzan cual paso de semana santa en mitad de Sevilla.

Uno de ellos me conoce y grita en voz alta: ¡¡¡Rodrigo, Rodrigo…!!! Los demás le siguen y corean mi nombre por toda la sala.

Están eufóricos, tanto como si yo les hubiera abierto los ojos, tanto como si les hubiera liberado de la represión nazi o fascista de la cual ellos solos no hubieran podido escapar, soy el tipo que acaba de matar al camarero.

En ese mismo instante, un catedrático que anda por allí, salta la barra a lo torero y empieza a poner cafés a diestro y siniestro. ¿Lo quieres del tiempo? ¿Está en su punto?

Una mezcla de alegría, y amabilidad invaden los corazones de todos los que, al igual que yo, desayunan fuera por falta de tiempo.

Se ha hecho justicia.

Moraleja: tomate la vida con sentido del humor, y si no puedes hacerlo, mata al camarero.

viernes, 2 de mayo de 2008

Actividades Extraescolares


Imagínate una playa desierta, no hay nadie (lógico) menos tú y otra persona que elijas. Es media tarde, la arena, tan fina que parece harina blanca, choca con el agua cristalina en un punto de la playa donde, el mar y la tierra, deciden separarse por una frontera informe que, dependiendo de la fuerza de las olas, cede terreno a unos o a otros.

Si, ahí estas tú, con una camisa blanca de lino y unos pantalones que le hacen juego, descalzo, para poder disfrutar del calor en tus pies que poco a poco irán pareciendo lo que son y no el contenido que se esconde tras unos calcetines blancos deportivos con dos raquetas entrelazadas.

En el horizonte, la nada, la nada y el Sol. El Sol enrojecido anuncia que la noche cálida, estará presente en breve.

-Bueno, se acabó el tiempo, abre los ojos y deja de pensar en pamplinas que la sesión ha terminado-.

-¡Qué cabrón!- pienso al salir de la clase de relajación. El monitorcillo ese, tan tranquilo y simpático que parece al empezar las sesiones, se transforma en un arrogante dictador, obsesionado por la pasta de sus alumnos y por despacharlos cuanto antes, así que, tras la bella imagen principal, solo queda ya en la superficie de mi cerebro la sincera despedida del “Dalai mequedocontupasta Lama”.

Mi cabreo con el profesor hijoputesco va “in crescendo”. Camino directo hacia mi piso y cada paso que doy, me hace sentir más gilipollas. ¿Cómo puedo dar dinero al capullo ese? ¿Pues no me dice que deje de pensar en pamplinas?, además, dice pamplinas, con toda su puta finura tibetana o de donde cojones la haya sacado.

Bien, pues yo, que acudí a clases de relajación con el objetivo de acabar con el stress que me ocasiona el trabajo, y para intentar sofocar de alguna manera mi mala hostia, decido dar media vuelta, más caliente que la fragua de cualquier divinidad clásica y volver al gimnasio-centro de meditación zen-monte de desapiadad y aclarar las cosas con buda.

-Toc,toc-. Me abre la puerta una chica (bastante potente) que tenía toda la pinta de relajar a mi “amigo” en horarios intespectivos y en lugares que desgraciadamente yo solamente utilizo para dormir desde hace algunos miles de años.

La aparto con la mano derecha y me dirijo hacia Felipe (ese es su nombre) para soltarle en su cara que no m….-hombre, ¿ocurre algo?-(paró en seco hasta mis propios pensamientos).

A los 5 minutos salí de aquel antro de “relajación a la inversa”, totalmente convencido de me equivoqué al pensar que Felipe era un mal tipo.

Maldita dialéctica sofista. No solamente me convenció de que mi enfado fue equivocado, sino que, antes de salir de su despacho le había pagado 3 meses de clases por anticipado.




El otro día ojeando un periódico me fije en una noticia que hablaba de un ladrón italiano que robaba en los supermercados hipnotizando a las cajeras.

Me pregunto si ese señor y el cabrón de Felipe tienen algo que ver.

Por cierto, ayer estuve en el dermatólogo. Me diagnósticos soriasis debido al stress.

viernes, 25 de abril de 2008

¿Es el basurero? Pues déjeme dos bolsas.



Son las 07:30 am, la temperatura de mis pies ha descendido considerablemente con respecto de la de los polos de la Tierra y, debido al cansancio, me encuentro sentado en la acera de un polígono industrial. ¿Cómo se ha truncado la noche para que yo acabe aquí?

Una cazadora verde fosforita seguida de una mano me ofrece un trago de su litrona (que inexplicablemente está caliente). Mi gaznate se mueve al compás de una locomotora semiestacionada y, el líquido amarilloanaranjado del recipiente, se deposita en mi estómago vacío, que lleva varias horas sin probar bocado.

-Gracias tío- digo, y le devuelvo la botella a mi nuevo colega basurero.

Nuestra amistad está abocada al fracaso, pero aún así, algo de compañía en el infierno nunca viene mal.

Tal vez os preguntéis (o tal vez no) que podía hacer yo a las 07:30 am sentado en la acera de un polígono industrial, con los pies a la temperatura de una cámara frigorífica y tomando cerveza con funcionario del ayuntamiento (Manolo “el basurero”, pa’ los amigos). Pues bien, os lo diré, y no me andaré con muchos rodeos porque esto es un blog con pocas entradas y no quiero torturar a mis visitantes.

Tras dos años y medio de escritura, estrujando mi limitado cerebro, aprovechándo al máximo mi potencial creativo (o lo hacía al máximo o no salía nada) y maldurmiendo las noches en que una mediocre idea pasaba por mi cabeza, conseguí acabar lo que habría sido mi primera novela.

“La noche de las tortugas” (ese habría sido su título), no paso de eso, de una noche de vida. Me gustaría poder ser profesional y guiar a mi pluma (o a mis teclas en este caso) por el mar de la tranquilidad, pero la rabia contenida y las horas perdidas escribiendo en un maldito cuaderno de tapas azules, no me permiten ser cabal para hablar de esta pérdida como si fuera algo que no me afectara.

Si señoría, me declaro culpable. Tras acabar mi asquerosa historia, decidí recoger la habitación donde había malgastado el tiempo. Fui apilando los papeles en sucio y la mierda acumulada en esos dos años y medio en dos columnas tras puerta del cuarto y, acto seguido, lo guardé todo en bolsas industriales negras que acabarían en un punto limpio. Agarré las bolsas de basura por el asa y me dirigí al cubo de reciclaje que está junto a mi portal, y allí, cometí la atrocidad.

-¡NOOOOOOO!-Cuando volví a mi apartamento, fui a coger el manuscrito pero no estaba. Di la vuelta a todo: estanterías, colchón, somier, espejos, ladrillos… me inundó una sensación de vacío existencial.

Son las 23:00 pm (putada máxima), y acabo de bajar las escaleras de cuatro en cuatro dirección contenedor de reciclaje, pero nada más llegar al lugar de los hechos, diviso al camión de la basura alejándose calle arriba. Dedico la noche a perseguirlo.

La he cagado. Esta vez la he jodido bien.

Sigo sentado en la misma acera, pero esta vez sumaré un objeto más al grotesco cuadro. El libro. En mis manos tengo una espiral de cuaderno y los trozos de papel que de él penden. Eso es lo que queda de dos años de trabajo, una espiral, la espiral de desesperación en la que me encuentro.

-Oye tú- dice Manolo,-te has sentao’ sobre una mierda de perro, eso da buena suerte-.

En fin, creo que a partir de ahora haré copias de mis escritos.

miércoles, 23 de abril de 2008

¿CUENTOS EDUCATIVOS?


El otro día, antes de crear a mi pequeña criatura jamaspensante, estuve haciendo de niñero de mi primo Samuel.

Yo, que carezco de feeling para con los niños, intenté que aquel pequeño demonio de apenas tres años, dejara de llorar por la ausencia de sus padres que habían ido a comprar.

Bien, digamos que en ese momento, al igual que en la tele, no se me ocurrió otra cosa que contarle un cuento. Le senté en el sofá color azul estilo sueco (Ikea), cogí un libro recopilatorio de historias infantiles, fábulas y demás falacias artísticas y, sentado en el suelo en posición yogui (no el oso) empecé a buscar entre las hojas de aquel volumen, una historia acorde a la situación.
No la encontré.

Soy fatal con los niños y no me gustan los cuentos.

Cerré el libro de golpe y dije, -bueno, como no encuentro ningún cuento divertido, te contaré una historia de mi cosecha-(engranajes mentales, poneros en acción, es una orden).

Érase una vez (original ehh?), un niño llamado Samuel , vivía con sus padres en una casa recién comprada.La casa era muy bonita, tenía unas grandes ventanas que dejaban ver la piscina de la urbanización, los suelos eran de parquet, las paredes eran claras y los espejos del pasillo otorgaban a la vivienda una amplitud mayor de la que realmente tenían sus 90 metros habitables.

Todo estaba en orden, la familia era feliz y el pequeño Samuel vivía rodeado de juguetes y golosinas, pero… lo que no sabía, era que la casa tenía una maldición.

(En ese momento, me había metido tanto en mi representación que solamente actuaba, mientras que mi primo me miraba con una cara de asombro e incomprensión que no había visto antes). Proseguí: La casa, esa maravilla arquitectónica llevada a cabo por algún licenciado mediocre y administrada después por un concejal marbellí, no era realmente de sus padres.

-¿NO? ¿de quien era? dimelooooo-

La casa, pertenecía a una malvada bruja que trabajaba en un banco y que al descubrir la debilidad monetaria de la familia media española (entre las que se incluía la de los papas del pequeño Samuel), decidió hacer caer sobre ella una tremenda maldición que se conoce con el nombre de hipoteca.
Lo peor de esa maldición, es que ni un principe azul, ni la muerte de la malvada bruja podría destruirla. FIN


Mi primo me miró con cara de incertidumbre.- ¿Ya sacabaooo?-

No,dije, en verdad no, esa maldición durará muchos años, y tal vez el pequeño Samuel siga llevándola hasta que acabe la universidad.

Esto último se lo conté con un tono un poco más lugubre y su reacción fue instantánea.

Con el llanto dió comienzo el concierto de viento del minúsculo “Juan Sebastián Guaaaaaaaag”, pero afortunadamente en el instante en que el director de la banda movió la batuta, sus padres entraron en casa.

Intenté explicarles lo ocurrido pero lo único que se oía eran los gritos de Samuel diciendo: -¡¡¡Mamáaaaa!!!, ¡¡¡yo no quero una hipotecaaaa!!!

En fin, esta visto que los niños no son lo mío.

lunes, 21 de abril de 2008

Y el séptimo día, aprovechó

Según cuenta la Biblia, Dios creó el mundo en seis dias y al séptimo, descansó.De esta manera, aprovechado que el domingo es el dia libre del Gran Jefazo, me dispongo a crear mi pequeño mundo virtual.

Antes (bueno, ahora también) la gente tenía casas, chalets en Torremolinos o fincas en el pueblo. Pues bien, yo, haciendo uso de las nuevas tecnologías de las que soy un gran desconocedor, me he construido una propiedad que, pese a no ser tangible ni material, ni poderse comprar, en principio (que está muy bien eso de tener un blog, pero forrarse como los tios del youtube tiene que ser la hostia), es intelectual, que ya es algo.

Tal vez se preguntes ustedes(cosa que dudo) cual va a ser la temática a seguir en este nuevo espacio. Pues si de verdad se lo preguntaron, la respuesta es bien sencilla: estará dedicado a hablar de lo que me venga en gana que pa´ eso soy el propietario.

En fin, haciendo uso de la retórica y para ello, aprovechándome del simil de una mujer dando a luz, me dispongo a cortar el cordón umbilical a esta criatura jamaspensante que acabo de traer al mundo. Ahora un par de palmaditas en el culo y...-¡Guaaaa,guaaaa!-Parece que ya respira, enhorabuena señor escritor (osease yo), acaba usted de tener un blog.

Saludos.